sábado, 21 de noviembre de 2009

Visitar un Cementerio

Sepultura de mis abuelos paternos

Recuerdo que en mi infancia había un ritual familiar de casi cada mes: visitar la sepultura de mis abuelos paternos. Cada vez que mi padre tenía días de descanso (era un maquinista de los Ferrocarriles del Estado), algún fin de semana él decía algo así como: "vamos a ver los abuelitos, al cementerio". Mi madre preparaba algo rico o compraba algún confite para nosotros, sus niños, y hacer más entretenida la larga caminata desde nuestro hogar en la Población Dreves de Temuco, yendo por calle Dinamarca hasta la Avenida Alemania, y desde allí, por calle Prieto Norte, llegábamos a la Avenida Balmaceda con sus amplios bandejones centrales. Antes de pasar al Cementerio General de Temuco, mi padre nos invitaba a visitar a su amigo de la infancia y compañero de colegio, don Aníbal Sepúlveda, quien tenía una fundición en la cercanías del cementerio. Allí pude observar el proceso de fundición en crisoles y la confección de artículos metálicos para las sepulturas; creo que era un negocio relacionado, más que nada, con el ambiente funerario. Desde allí sólo era cruzar al lado Norte de la Avenida Balmaceda y acceder por el ancho acceso al antiguo camposanto temuquense. Recorríamos la calle principal, girábamos a la izquierda y seguíamos caminando hasta llegar al patio en que estaba la sepultura de mis abuelos. Limpiar la sepultura de un poco maleza que crecía, poner flores, pasar una escobilla con cerdas de acero para sacar el musgo, eran las tareas que reiteradamente se hacían, mientas mis hermanos y yo recorríamos los "laberintos" que formaban las diversas sepulturas. Al retirarnos del lugar, pasábamos frente a sepulturas que tenían el símbolo de la estrella de David, y mi madre, con respeto, nos decía: "ahí están sepultados israelitas".

Mucho tiempo viviendo fuera de la ciudad de Temuco me hicieron borrar de mi mente el lugar exacto en que hallaba la sepultura de mis antepasados paternos. Asi es que, muchos años después, ya viviendo nuevamente en la ciudad de mi infancia, regresé al Cementerio General de Temuco, visité la Administración y, con la fecha de defunción de mi abuelo, solicité se me indicara el sitio en el que estaba aquella sepultura. La excelente atención que se me brindó dispuso mi mente para "reencontrarme" con los abuelitos, que en vida no conocí. Con emoción llegué al sitio, preparé mi máquina fotográfica y allí me retraté.

Presidente Domingo Santa María (1825-1889)

Durante el mandato del Presidente don Domingo Santa María, siendo su Ministro del Interior don José Manuel Balmaceda, la publicación de la Ley número 1895, promulgada con fecha 2 de agosto del año 1883, sobre de Inhumación de Cadáveres, "marginó a la Iglesia de la administración de los cementerios y permitió que se enterrara a personas de cualquier creencia religiosa, oficializando de este modo la secularización de los espacios de la muerte". Éste es el caso del antiguo Cementerio General de Temuco.

Ley de Inhumación de Cadáveres (www.memoriachilena.cl)

Otro buen instrumento o recurso para la investigación de la historia familiar es precisamente visitar el cementerio en el que fueron sepultados los restos de nuestros familiares, portando una cámara fotográfica que guarde la respectiva imagen de la lápida. No es poco frecuente encontrar que al buscar datos de un ancestro, nos encontremos que en la misma sepultura hay también una placa conmemorativa que recuerda que en el mismo sitio también fue sepultado otro pariente y, normalmente, podemos hallar fechas de sus defunciones. Algunas veces, las lápidas están desteñidas, o la pintura que marcaban las palabras labradas en sobrerrelieve o en bajorrelieve ya no existe, por cual ya no se puede apreciar simple a vista la información que buscamos. En estos casos, es conveniente llevar un trozo de papel fino y transparente, del tipo "papel volantín" u otro que nos permita "calcar" la imagen, para ello usando con cuidado lápices de cera para marcar el dibujo de las palabras.

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